martes, 15 de julio de 2008

LIII


Aquí está el pan, el vino, la mesa, la morada:

el menester del hombre, la mujer y la vida:
a este sitio corría la paz vertiginosa, 
por esta luz ardió la común quemadura.

Honor a tus dos manos que vuelan preparando
los blancos resultados del canto y la cocina,
salve! la integridad de tus pies corredores,
viva! la bailarina que baila con la escoba.

Aquellos bruscos ríos con aguas y amenazas,
aquel atormentado pabellón de la espuma, 
aquellos incendiarios panales y arrecifes

son hoy este reposo de tu sangre en la mía,
este cauce estrellado y azul como la noche,
esta simplicidad sin fin de la ternura.

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